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(sin asunto)

A veces no nos damos cuenta de lo frágiles que son nuestros corazones. Los golpeamos contra el pavimento una y otra vez; los malgastamos y los desechamos, los vaciamos y llenamos de sentimientos, sin compasión.
La tristeza me inunda, es verdad, porque de un jalón han arrancado las paredes de mi corazón. O por lo menos, es así como lo siento.
En este momento no sé que hacer, es por eso que recurro a ti mi querida Ana. Tú sí que sabrás como curar las heridas de mi corazón, o quizás, cómo desviar la atención del dolor, que a ratos no me permite siquiera vivir.
En los espejos me perderé, anhelando algo que jamás tendré. Alimentaré mi corazón con olores de jabón, y mi cuerpo con dolores de pasión.

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