No sé que pensar, si no me das lo que otros a mi alcance pasan a dejar. Sé lo que quiero, es lo que dicen mis labios que siempre ocultan lo que ya confeso está. No me atrevo y el miedo me consume, lo desconocido es casi tan fuerte como lo que puedo sentir por ti. Me confundes, pero sé que no es más de lo que hago por mi cuenta. Me gusta, a la vez me disgusta. Quiero algo que ya no quiero, busco algo que ya no busco, pero aun así lo deseo. Tal vez son las personas, tal vez soy yo, o quizás tú. Sé que esto no tiene sentido, escribir estas letras que ya tienen su fin aquí. Quizás las leas, pero no quiero saberlo, como hay muchas cosas que no me gustaría saber pero que espero que me digas. También hay cosas que quiero saber, pero sé que no las sabré. Alguien dijo por ahí, todo a su debido tiempo. Es una lástima que no controle el tiempo, y que a medida que avanza, mi pensamiento se abalanza contra el pavimento. Soy diferente dentro de mi igualdad, soy igual dentro de mi inestabilidad emocional.
Frente a la necesidad de ordenar mis ideas es que me entrego, literato, al compás de esta tinta discursiva, que aclara la complejitud de esta psique extraviada en sus propios significantes. Estoy a un paso de reencontrarme con mi esencia, y es el camino más árido que he recorrido hasta hoy, porque aun no logro conectarme con eso que está ahí, y que al parecer quiero tanto hacer, como lo que llevo haciendo hasta hoy. Avanzo en parsimonia, testificando en mi angustia el deseo de movilidad desenfrenada al que aspiro. Quiero regalarme ese entendimiento desde la paciencia, porque en esta papeleta declamo los frutos del viaje que hace un tiempo llevo en ruta, y que hoy por fin de alguna manera arriban y se asientan.
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